BLOQUE 3 – De Caseros al oro inglés: la república del puerto (1852–1880)

La traición institucionalizada. La deuda como bandera. El país como mercancía.

Tras la caída de Rosas en 1852, quienes aguardaban entre sombras se quitaron el disfraz. Había terminado la guerra contra un hombre, pero recién comenzaba la conquista de un país. Lo que vino después no fue la organización nacional: fue la restauración de un viejo plan que buscaba abrir la Argentina a la lógica del capital foráneo. Esta vez, con leyes, con Constitución, con ferrocarriles, con deuda… y con un relato heroico que disfrazaba la entrega.

Mitre, Sarmiento y Avellaneda fueron los grandes sacerdotes de esta religión de la modernidad importada. La generación del ’80, con Roca a la cabeza, sería su culminación brutal.


I. Caseros y la falsa refundación

El 3 de febrero de 1852, en los campos de Caseros, cayó Rosas. Y con él, la última barrera contra la restauración del orden portuario-liberal. Urquiza, federal en el discurso, prometió unidad, pero terminó pactando con los mismos intereses comerciales y diplomáticos que Rosas había resistido.
La Constitución de 1853, redactada en Santa Fe y fuertemente inspirada en la de Filadelfia, incorporó en su artículo 20 la frase: “La Confederación Argentina no admite privilegios de sangre ni de nacimiento: todos los extranjeros gozan de los mismos derechos civiles que los ciudadanos; pueden ejercer su industria, comercio y profesión; adquirir bienes raíces, comprarlos y enajenarlos; navegar los ríos y ejercer libremente su culto”. En su articulado también se incentivaba la inmigración europea y la entrada de capitales extranjeros. Esto no fue un descuido: fue el acta de apertura legal a la penetración del capital externo, sin resguardos estratégicos.


II. El proyecto liberal: Mitre, Sarmiento, Avellaneda

Desde 1862, con Bartolomé Mitre como presidente de un país unificado bajo el predominio porteño, comienza la era del liberalismo oligárquico. Mitre no solo gobierna: escribe la historia oficial. San Martín es exaltado como “padre de la patria”, mientras Artigas es reducido al olvido. El interior profundo queda etiquetado como “atraso” y el puerto como sinónimo de “civilización”.

Sarmiento, que lo sucede en 1868, lleva la consigna “gobernar es poblar” a su máxima expresión, pero con una preferencia explícita: poblar con europeos. Impulsa la educación pública, sí, pero con una pedagogía eurocéntrica que busca sustituir la cultura popular criolla por modelos culturales importados. Mientras tanto, la deuda externa vuelve a instalarse como motor de “progreso”: en 1870, el país renegocia empréstitos con Londres para financiar infraestructura y cubrir déficits fiscales.

Avellaneda, presidente entre 1874 y 1880, profundiza este esquema: la Ley de Subvenciones entrega extensas concesiones de tierras a compañías británicas para la construcción de ferrocarriles. El trazado no une provincias: une puertos con zonas productivas. El país empieza a parecer un país integrado… pero es una fachada: detrás está la misma minoría porteña, respaldada por bancos como Baring Brothers y Rothschild, dictando las condiciones.


III. El gran mecanismo: deuda, tierras, ferrocarriles

Entre 1862 y 1880, la Argentina contrae préstamos externos de manera recurrente, casi siempre con casas financieras británicas. Las justificaciones oficiales hablan de “modernizar”, “integrar” y “civilizar”. La realidad es más concreta:

  • La deuda se toma para pagar deuda anterior: por ejemplo, el empréstito de 1866 con Baring Brothers sirvió en parte para cancelar compromisos previos.

  • Los ferrocarriles se construyen con trazados radiales hacia el puerto de Buenos Aires, optimizados para exportar carne, lana y cereales, no para conectar economías regionales.

  • Tierras fiscales son rematadas a precios irrisorios, muchas veces adjudicadas a políticos, estancieros y empresas extranjeras vinculadas al poder.

En 1880, capital británico controlaba cerca del 60% de la red ferroviaria y una parte sustancial de la banca y los seguros. El país funcionaba como colonia financiera informal.


IV. Las víctimas ocultas: gauchos, pueblos originarios, interior productivo

Mientras en Buenos Aires se celebraba la “organización nacional”, en el interior se ejecutaba un genocidio social y territorial.

Los gauchos —columna vertebral de las montoneras federales— fueron perseguidos bajo leyes de vagancia y reclutados forzosamente para el ejército. Los pueblos originarios sufrieron campañas militares que la historia oficial llamó “Conquista del Desierto” (1878–1885), pero que fueron, en esencia, la apropiación de millones de hectáreas para terratenientes y empresas, muchas ya beneficiarias de las concesiones ferroviarias.

El interior productivo quedó atado al modelo agroexportador: sin industrias, sin crédito, sin representación política real. Así se consolidó la fractura: una capital portuaria rica, europeizada y articulada con Londres; y un resto del país relegado a la condición de periferia interna.


EL PLAN

¿Quiénes lo hicieron?

  • Bartolomé Mitre, Domingo F. Sarmiento, Nicolás Avellaneda.

  • La élite unitaria liberal, diseñadora del Estado argentino moderno.

  • El capital británico: Baring Brothers, Rothschild, The Central Argentine Railway.

¿Qué mecanismos usaron?

  • Constitución que garantizaba derechos plenos a capitales extranjeros.

  • Ferrocarriles financiados con deuda y planificados para la exportación.

  • Remate de tierras fiscales a terratenientes y empresas británicas.

  • Persecución de gauchos y despojo sistemático de pueblos originarios.

¿A costa de qué?

  • Sustitución de soberanía económica por dependencia financiera.

  • Destrucción del tejido productivo interno.

  • Reducción del país a plataforma exportadora de materias primas.

  • Eliminación o marginación de sectores populares alternativos al modelo.

¿Cómo se repitió?

  • Cada ciclo económico posterior repitió la lógica: deuda para “crecer”, crecimiento como excusa para endeudarse.

  • Consolidación del mito de la Argentina rica, mientras se profundizaba la desigualdad.

  • Normalización de la extranjerización de infraestructura: trenes, puertos, tierras, bancos.


🔁 Puente hacia el siguiente bloque

En 1880, el ciclo se cierra con la presidencia de Julio Argentino Roca. La Argentina liberal entra en su fase más sofisticada: el Estado-Nación queda consolidado… pero al servicio de los mismos actores. Con la Conquista del Desierto, la entrega de tierras alcanza escala industrial. Y la deuda ya no es solo con Londres: es con la historia misma.