BLOQUE 11 – Democracia condicionada: entre la esperanza y el cepo del saqueo (1983–1989)
El retorno de la política, la memoria y los límites del poder real.
En octubre de 1983, después de siete años de dictadura, el pueblo argentino volvió a votar. Hubo abrazos en las plazas, lágrimas en las calles, canciones que habían estado prohibidas. Terminaba la noche más oscura y nacía la ilusión: sanar un país roto con justicia, participación y palabra.
Pero el poder real no se rinde nunca.
La herencia del terrorismo de Estado era una trampa mortal:
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Deuda externa impagable (de USD 7.800 millones en 1976 a más de 45.000 en 1983).
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Aparato productivo destruido y miles de PYMES cerradas.
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Tejido social desmembrado por el miedo, la pobreza y la represión.
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Estructuras represivas intactas en cuarteles, empresas y despachos.
Raúl Alfonsín asumió la presidencia con un mandato histórico: reconstruir la Nación, hacer justicia, refundar la convivencia… todo sobre ruinas.
I. El desafío: verdad, justicia y democracia
Alfonsín inició un ciclo de apertura democrática y pluralidad política:
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Creó la CONADEP y encargó el informe Nunca Más (1984), que documentó miles de casos de desaparición forzada.
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Impulsó el Juicio a las Juntas (1985): por primera vez en el mundo, un tribunal civil juzgaba y condenaba a los máximos responsables de una dictadura en su propio país.
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Restableció la actividad sindical, la autonomía universitaria y la vida partidaria.
Por primera vez, el Estado reconoció que el terrorismo de Estado fue una política sistemática.
La sociedad se reencontró, pero las estructuras de poder económico, mediático y militar heredadas de la dictadura permanecían.
II. El cepo: deuda, presión y democracia vigilada
El gobierno recibió una deuda externa asfixiante y una economía dependiente de financiamiento externo:
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Presión constante del FMI, el Banco Mundial y el Club de París.
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Inflación crónica y episodios de fuga de capitales.
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Empresas públicas descapitalizadas, preparadas para su privatización futura.
Cada intento de política económica autónoma era respondido con corridas bancarias y chantaje financiero.
La democracia recuperó la palabra, pero no el control pleno sobre la economía.
III. El chantaje militar: Punto Final y Obediencia Debida
El avance judicial sobre responsables intermedios y cómplices civiles encendió la reacción de las Fuerzas Armadas. Entre 1987 y 1988, los alzamientos carapintadas amenazaron con desestabilizar al gobierno.
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Ley de Punto Final (1986): cerró causas si no se imputaba en un plazo breve.
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Ley de Obediencia Debida (1987): eximió de responsabilidad a militares que actuaron “bajo órdenes”.
La democracia quedó condicionada por la presión militar: el mensaje fue claro, “hasta acá se puede, más allá no”.
IV. El pueblo: resistencia, aprendizaje y nuevo dolor
Mientras tanto:
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Los sindicatos resistían salarios rezagados y ajustes.
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Movimientos sociales emergían para enfrentar la pobreza creciente.
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El clima democrático se fortalecía culturalmente, pero la economía se deterioraba.
En 1989, la hiperinflación superó el 3.000% anual.
El desabastecimiento y la violencia en las calles precipitaron la entrega anticipada del poder a Carlos Menem.
La democracia sobrevivió, pero quedó herida y bajo tutela económica y política.
EL PLAN
¿Quiénes lo hicieron?
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Poder económico local (grandes grupos empresarios y bancos).
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Poder financiero internacional (FMI, Club de París, banca extranjera).
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Cúpulas militares y aliados civiles.
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Vieja oligarquía y actores del modelo pre-83.
¿Qué mecanismos usaron?
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Presión de la deuda y condicionamiento de la política económica.
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Corridas cambiarias, inflación inducida y especulación financiera.
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Amenaza militar y levantamientos para frenar la justicia.
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Uso mediático para desgastar y aislar al gobierno.
¿A costa de qué?
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Democracia limitada y vigilada.
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Justicia parcial: condena a cúpulas, impunidad para gran parte de la cadena de mando y cómplices civiles.
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Economía dependiente y desigual.
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Pérdida de confianza social en la política.
¿Cómo se repitió?
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Cada avance hacia soberanía o justicia social fue respondido con chantaje económico o presión de facto.
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La democracia argentina se mantuvo condicionada por la herencia estructural del terrorismo de Estado.
🔁 Puente hacia el siguiente bloque
En 1989, con Menem, comienza la década del neoliberalismo extremo: privatizaciones masivas, extranjerización, endeudamiento y una nueva versión del modelo colonial, ahora con fachada democrática.
La democracia permanece, pero el saqueo se profundiza y se moderniza.