BLOQUE 2 – Orden y frontera: la excepción rosista y el cerco al modelo federal (1829–1852)

Soberanía sin Nación: el interior resiste, el poder espera.

Mientras el país se desangraba en luchas internas, con provincias exhaustas y caudillos arrasados por décadas de guerras, una figura se impuso como excepción: Juan Manuel de Rosas. Representó el orden donde había caos, la defensa territorial donde había entreguismo, y la soberanía económica donde había sumisión. Fue amado, fue odiado, pero sobre todo fue temido por quienes soñaban con una Argentina gobernada desde Londres y administrada desde el puerto.

Este bloque narra ese paréntesis en la historia del saqueo: el momento en que el plan quedó en suspenso.


I. El país en ruinas y el ascenso de Rosas

Tras la renuncia de Rivadavia, la Argentina era un mosaico de territorios sin unión efectiva, sin moneda nacional ni ejército común. Las leyes variaban de provincia en provincia, y la violencia civil era constante.
En este escenario emergió Juan Manuel de Rosas (gobiernos 1829–1832 y 1835–1852), apoyado por la campaña bonaerense, los estancieros del sur y un incipiente mundo gaucho que lo veía como garante del orden.

Su legitimidad no se asentó en una constitución, sino en la capacidad de defender la frontera, garantizar el comercio del Río de la Plata y resistir a las potencias extranjeras. No fue un revolucionario popular, pero tampoco un títere: era un estanciero que entendía que sin soberanía no hay propiedad que dure, y eso lo convirtió en un muro frente a intereses británicos y franceses.


II. Política económica y financiera: la ruptura silenciosa

Durante más de 17 años de gobierno efectivo, Rosas no contrajo deuda externa. Administró con superávit fiscal y financió el gasto público con los recursos de exportaciones —principalmente cueros, tasajo, sebo y lanas—.
La Aduana de Buenos Aires fue su principal herramienta: mantuvo el control sobre el comercio exterior y utilizó los ingresos aduaneros para sostener al Estado.

Rechazó pagar el empréstito de 1824 contratado por Rivadavia con Baring Brothers, alegando que era “un pacto del puerto, no de la Patria” (carta de Rosas al ministro Anchorena, 1836). Mantuvo esta posición frente a presiones diplomáticas británicas y francesas, lo que reforzó su imagen de intransigencia económica.


III. Conflictos geopolíticos y bloqueos extranjeros

Rosas enfrentó dos bloqueos navales significativos:

  • Bloqueo francés (1838–1840), motivado por disputas comerciales y diplomáticas.

  • Bloqueo anglo-francés (1845–1850), centrado en la libre navegación de los ríos interiores.

La Batalla de la Vuelta de Obligado (20 de noviembre de 1845) fue un combate desigual contra una flota anglo-francesa. La derrota militar no impidió que, en el plano diplomático, Argentina lograra acuerdos posteriores que reconocían formalmente su soberanía sobre los ríos. Este episodio se convirtió en símbolo de resistencia nacional y es recordado oficialmente desde 2010 como el Día de la Soberanía Nacional.


IV. La construcción de poder y los límites del rosismo

Rosas concentró poder personal en niveles inéditos: control político absoluto en Buenos Aires, persecución de opositores, censura y represión de disidencias. Sin embargo, a diferencia de las élites liberales posteriores, no se apoyó en el capital extranjero para sostenerse, sino que lo enfrentó.

Esta confrontación le ganó enemigos internos —como los unitarios y sectores liberales porteños— y externos —Inglaterra, Francia, el Imperio del Brasil—. La alianza de Justo José de Urquiza con Brasil y potencias europeas desembocó en la Batalla de Caseros (3 de febrero de 1852), que marcó el fin del rosismo.


EL PLAN (de otros)

Quiénes lo enfrentaron:

  • Élites porteñas deseosas de reabrir la economía al comercio sin restricciones.

  • Sectores liberales que veían en Rosas un obstáculo al “progreso” inspirado en Europa.

  • El Imperio del Brasil, interesado en controlar la cuenca del Plata.

  • Inglaterra y Francia, contrarias a su política de cierre económico y control fluvial.

Mecanismos utilizados:

  • Bloqueos navales prolongados.

  • Campañas ideológicas que lo presentaron como bárbaro y tirano.

  • Apoyo militar y logístico a Urquiza para conformar la coalición de Caseros.

A costa de qué:

  • La caída de Rosas implicó el retorno de políticas de apertura indiscriminada y dependencia financiera.

  • Se reinstaló el modelo rivadaviano, ahora bajo un marco constitucional y un discurso de modernización.


🔁 Puente hacia el siguiente bloque

Después de Caseros, Urquiza se presentó como conciliador e institucionalista, pero retomó la apertura al capital extranjero. La Constitución de 1853, con fuertes garantías para la inversión y la propiedad privada, institucionalizó un modelo donde la soberanía económica quedaba condicionada por la integración dependiente a los mercados internacionales. El debate ya no era Rosas: era el rumbo estructural del país, y ese rumbo volvió a la senda de la subordinación.