BLOQUE 9 – La patria intervenida: dictadura, modernización forzada y resistencia (1966–1973)
El país como experimento, el pueblo bajo la bota, la resistencia encendida.
La caída de Arturo Illia el 28 de junio de 1966 no fue un accidente. Fue un golpe cívico-militar cuidadosamente planificado, sostenido por grandes corporaciones, el capital financiero, sectores agroexportadores y la oficialidad de las Fuerzas Armadas, con un objetivo claro: reinstalar un modelo de país sin pueblo.
El general Juan Carlos Onganía encabeza la autodenominada “Revolución Argentina”: una dictadura “moderna” que prescinde de partidos, cierra el Congreso y recorta derechos, mientras aplica un plan económico a medida de la elite nacional y extranjera.
I. El contexto: crisis, cambio y traición
El período previo estaba marcado por proscripción del peronismo, inestabilidad política y tensiones sociales.
Bajo esa superficie, crecía una Argentina distinta:
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Juventudes sindicales y estudiantiles que articulaban luchas conjuntas.
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Movimiento obrero con alto grado de organización y capacidad de presión.
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Sectores medios con creciente conciencia política.
Para el poder real, esta convergencia era peligrosa. La respuesta fue disciplinar, reprimir y garantizar un marco “previsible” para el gran capital.
II. El proyecto: modernización, represión y entrega
Onganía y sus sucesores —Roberto Marcelo Levingston y Alejandro Agustín Lanusse— llegaron con un discurso de “orden y modernización”. El contenido real:
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Intervención de sindicatos y persecución de dirigentes combativos.
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Intervención de universidades y represión en la Noche de los Bastones Largos (29 de julio de 1966).
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Colocación de tecnócratas en Economía: Adalbert Krieger Vasena impulsa una fuerte devaluación del 40% (1967), congelamiento de salarios y apertura a importaciones.
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Beneficios fiscales y desregulación a favor de corporaciones multinacionales.
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Eliminación de conquistas laborales y debilitamiento de la negociación colectiva.
El país se convirtió en laboratorio de políticas de ajuste y concentración, anticipando prácticas que luego serían aplicadas a escala regional.
III. El pueblo responde: resistencia obrera y rebelión popular
El cálculo represivo fracasó. En mayo de 1969, estalló el Cordobazo: alianza entre obreros de fábricas automotrices, estudiantes y barrios populares, que paralizó Córdoba y encendió una cadena de rebeliones:
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Rosariazo (1969), Tucumanazo (1970–72), Mendozazo (1972).
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Huelgas generales convocadas por la CGT de los Argentinos y sindicatos combativos.
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Aparición y expansión de organizaciones armadas (Montoneros, ERP, FAR).
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Redes barriales y sindicales que resistían más allá de la represión.
Onganía cayó en 1970; Levingston lo reemplazó brevemente; Lanusse buscó una salida controlada que no logró contener el retorno del peronismo.
IV. El regreso de la política: apertura y trampas
El régimen, desgastado por la conflictividad y sin legitimidad social, anunció en 1972 el Gran Acuerdo Nacional (GAN): apertura electoral con condiciones para limitar al peronismo. El resultado fue contrario a lo esperado: en 1973, Héctor Cámpora ganó con el 49,6% de los votos y abrió el camino para el regreso de Juan Domingo Perón.
La dictadura se retiró debilitada, pero dejó un legado de desigualdad, endeudamiento y un aparato represivo aceitado que sería clave en 1976.
EL PLAN
¿Quiénes lo hicieron?
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Fuerzas Armadas (Onganía, Levingston, Lanusse).
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Grandes empresarios locales y multinacionales.
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Tecnócratas del establishment (Krieger Vasena, Dagnino Pastore).
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Prensa tradicional que avaló el “orden” militar.
¿Qué mecanismos usaron?
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Supresión de derechos políticos, intervención sindical y universitaria.
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Reforma económica para concentración y extranjerización.
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Represión: detenciones, torturas, asesinatos, censura.
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Militarización de la vida económica y social.
¿A costa de qué?
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Pérdida de derechos laborales y sociales.
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Aumento de la desigualdad y la violencia política.
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Economía más dependiente y concentrada.
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Preparación del escenario para la dictadura de 1976.
¿Cómo se repitió?
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Cada intento de reorganización popular fue respondido con dictaduras militares.
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Se consolidó la alianza entre gran capital, Fuerzas Armadas y tecnocracia.
🔁 Puente hacia el siguiente bloque
En 1976, esta alianza alcanzará su forma más extrema: terrorismo de Estado, reestructuración económica radical y endeudamiento masivo.
El objetivo será definitivo: borrar del mapa al sujeto popular organizado y consolidar un modelo de saqueo a largo plazo.