📘 Capítulo: Familia Blaquier - Ingenio Ledesma

Oligarquía de sangre: represión, tierra y poder estructural en el norte argentino


1. Origen y consolidación del actor

La familia Blaquier forma parte de la aristocracia económica argentina desde el siglo XIX. Su consolidación se dio a partir de la propiedad y gestión del Ingenio Ledesma, fundado en 1908 en Libertador General San Martín, provincia de Jujuy. En 1951, Herminio Arrieta, familiar directo de los Blaquier, adquirió el control del ingenio. Años más tarde, su yerno, Carlos Pedro Blaquier, tomó la presidencia del grupo y lo transformó en uno de los principales emporios agroindustriales del país.

Bajo su mando, Ledesma se expandió más allá del azúcar hacia la producción de papel, cítricos, alcohol y energía, convirtiéndose en una de las empresas más grandes y diversificadas del norte argentino.

Pero esa expansión no se basó solo en innovación o productividad. Se sostuvo sobre una estructura de poder feudal, donde la empresa dominaba no solo la economía regional, sino también la vida política, social, judicial y hasta policial de Jujuy.


2. Sectores donde opera

La empresa Ledesma S.A.A.I. —controlada históricamente por la familia Blaquier— opera en:

  • Agroindustria azucarera: mayor productor de azúcar refinada del país.

  • Producción de papel: mediante Papelera del Norte, abastece una parte significativa del mercado nacional.

  • Alcohol y energía renovable: bioetanol y cogeneración eléctrica a partir de biomasa.

  • Cítricos y jugos: producción en gran escala para exportación.

  • Ganadería y agricultura extensiva: sobre más de 150.000 hectáreas.

A esto se suma el control territorial de facto sobre localidades enteras de Jujuy: la empresa posee tierras, viviendas, hospitales, escuelas y medios de transporte, replicando una lógica patronal feudal moderna.


3. Métodos de extracción o concentración

La riqueza y el poder de los Blaquier no derivan únicamente de su productividad, sino de un conjunto de métodos de acumulación propios del poder estructural:

  • Apropiación histórica de tierras: concentración masiva de hectáreas en el norte argentino, muchas de ellas en zonas con comunidades originarias desplazadas.

  • Relaciones laborales coercitivas: empleo masivo en condiciones de fuerte disciplinamiento patronal, con presencia de personal jerárquico en la vida cotidiana de los trabajadores.

  • Colaboración activa con el terrorismo de Estado: durante la dictadura de 1976, la empresa entregó listas negras de trabajadores, puso a disposición camionetas para secuestros y facilitó instalaciones para torturas. El caso más emblemático: la Noche del Apagón (julio de 1976), donde más de 400 personas fueron secuestradas con logística provista por Ledesma.

  • Represión sistemática de reclamos: desde los 70 hasta el presente, ha enfrentado protestas sindicales y territoriales con violencia institucional y judicialización de los líderes populares.

  • Blindaje judicial: Carlos Blaquier fue imputado por crímenes de lesa humanidad, pero nunca fue juzgado. La causa fue cajoneada durante años y luego cerrada por la justicia federal, con complicidad política y mediática.


4. Vínculos políticos y redes de poder

La familia Blaquier ha sostenido durante décadas una red de relaciones estrechas con las élites políticas, judiciales y económicas del país:

  • Dictadura militar: colaboración directa con las Fuerzas Armadas durante la represión en Jujuy. La empresa operó como pieza logística del terrorismo de Estado.

  • Gobiernos democráticos provinciales y nacionales: ha mantenido excelentes vínculos con autoridades de todos los signos, garantizando que ninguna gestión afecte sus intereses territoriales o económicos.

  • Sociedad Rural Argentina: Carlos Pedro Blaquier fue vicepresidente. La familia es parte estructural de la aristocracia agropecuaria nacional.

  • Universidades y think tanks: financiamiento de instituciones académicas y fundaciones que reproducen su ideología productiva y social.

  • Medios de comunicación: cobertura favorable, silenciamiento sistemático de denuncias por violaciones a los derechos humanos y conflictos sociales.


5. Consecuencias para el país y la sociedad

El poder de los Blaquier ha tenido consecuencias profundas en la configuración social y territorial del país:

  • Concentración territorial extrema: más de 150.000 hectáreas bajo control privado en una de las provincias más pobres del país.

  • Represión y desaparición de personas: su complicidad con el terrorismo de Estado no fue simbólica: fue operativa y letal. La empresa participó de secuestros, torturas y desapariciones.

  • Impunidad estructural: Carlos Pedro Blaquier murió en 2023 sin haber pisado un tribunal penal, a pesar de las pruebas, testigos y denuncias presentadas.

  • Colonización económica de comunidades: pueblos enteros dependen de la empresa para subsistir, vivir y ser atendidos. La autonomía social está cercenada.

  • Despojo de comunidades originarias: ocupación de tierras ancestrales, criminalización de la protesta, desplazamientos encubiertos.

  • Obstáculo a cualquier reforma social o agraria: el poder de los Blaquier en Jujuy ha sido uno de los principales frenos a una redistribución real de la tierra y la riqueza.


6. ¿Saben lo que hacen?

Sí. Los Blaquier sabían y saben perfectamente lo que hacen. No fueron empresarios sorprendidos por los tiempos, ni socios menores del poder militar: fueron partícipes activos del disciplinamiento social y económico necesario para consolidar su hegemonía regional.

Carlos Pedro Blaquier fue imputado con pruebas documentadas, pero logró eludir el juicio gracias a su poder judicial, mediático y político acumulado. Sostuvo una visión de país basada en la subordinación del trabajador, la propiedad absoluta sobre el territorio y la alianza inquebrantable con el poder armado y legal.

Su empresa no es un simple ingenio: es un régimen.


7. Conclusión: su rol en la continuidad del modelo de país

La familia Blaquier es el ejemplo perfecto de cómo la oligarquía no fue desplazada ni derrotada: fue institucionalizada como poder permanente. Desde sus campos jujeños hasta los foros empresariales de Buenos Aires, encarnaron la versión más cruda y violenta del modelo de saqueo estructural argentino.

Mientras se hablaba de “mercado” y “progreso”, ellos desaparecían obreros, concentraban tierra y moldeaban provincias enteras a su imagen. El silencio que rodeó su accionar durante décadas no fue ignorancia: fue complicidad.

Desarmar su castillo de impunidad es nombrar la verdad: que parte del poder argentino se fundó sobre sangre, miedo y tierra apropiada. Y que sigue ahí.


🔁 Contracara: ¿Cómo sería este rol al servicio del desarrollo nacional?

Una familia con control centenario sobre la tierra, la producción de azúcar, papel, alcohol y energía renovable podría haber sido una locomotora de desarrollo federal, agroindustrial y con inclusión social en el NOA argentino.

No está mal heredar un ingenio: está mal usarlo como plataforma de privilegio, represión y acumulación sin límite.

Una contracara nacional del rol de los Blaquier hubiera implicado:

  • Transformar Ledesma en una empresa cooperativa mixta, donde los trabajadores participen en las decisiones y en la distribución de ganancias.

  • Promover una economía regional integrada, que articule caña, azúcar, papel y bioenergía con valor agregado, innovación y empleo formal.

  • Ceder tierras para proyectos comunitarios, agrícolas y de infraestructura social, en lugar de sostener un feudo extractivo.

  • Reconocer y reparar su rol durante el terrorismo de Estado, como condición para ser parte de una democracia real.

  • Invertir en desarrollo humano en la región (vivienda, salud, educación), en lugar de garantizar solo la continuidad del negocio familiar.

  • Desligarse de las alianzas con el poder militar, judicial y político que permitieron décadas de impunidad, y asumir una nueva lógica de transparencia y rendición de cuentas.

Una familia como Blaquier, con su historia y recursos, podría haber liderado un modelo de “burguesía nacional” que elevara al norte argentino del abandono al protagonismo.
Pero eligieron ser enclave, no comunidad; ser patrón, no productores; ser casta, no Nación.

Y cuando una familia convierte el azúcar en sangre y el ingenio en cárcel, el problema ya no es económico: es histórico y ético.