📘 Capítulo: Monsanto y el modelo sojero
La soja como vector del saqueo: transgénicos, agrotóxicos y dependencia estructural
1. Origen y consolidación del actor
Monsanto Company, fundada en EE.UU. en 1901, se consolidó como una de las principales multinacionales de biotecnología agrícola y química del planeta. Desde mediados del siglo XX, participó en la fabricación de plaguicidas, herbicidas y productos industriales, incluyendo el Agente Naranja usado en la guerra de Vietnam.
En los años 90, se reconvirtió como líder mundial en semillas transgénicas y el herbicida glifosato, con su producto estrella: la soja RR (Roundup Ready), diseñada para resistir ese químico. En 1996, Argentina se convirtió en el primer país del mundo en aprobar el uso de esa semilla sin estudios independientes y en un tiempo récord: 81 días, bajo el gobierno de Carlos Menem.
Desde entonces, Monsanto penetró profundamente en el modelo productivo argentino, reconfigurando el agro, la política, la ciencia y el paisaje del país.
En 2018 fue absorbida por Bayer, pero el modelo ya estaba consolidado.
2. Sectores donde opera
Monsanto y sus herederos operan en sectores estratégicos para la soberanía alimentaria y territorial:
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Agricultura extensiva: semillas modificadas genéticamente (soja, maíz, algodón).
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Agroquímicos: glifosato y otros herbicidas asociados al paquete transgénico.
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Propiedad intelectual: patentes sobre semillas y biotecnología.
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Lobby político y académico: influencia sobre ministerios, INTA, Senasa y universidades.
No vende alimentos: vende las condiciones para producirlos, imponiendo insumos, contratos y legalidad a medida.
3. Métodos de extracción o concentración
El modelo sojero se impuso no sólo por sus rendimientos, sino por una serie de mecanismos estructurales de control, dependencia y extracción:
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Aprobación política sin control social ni científico: la semilla RR fue autorizada en 1996 sin evaluaciones locales, basándose en estudios provistos por la propia empresa.
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Paquete tecnológico cerrado: la semilla transgénica solo funciona si se aplica glifosato. Así, Monsanto vendía el combo semilla + veneno, generando dependencia tecnológica total.
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Sistema de patentes y regalías: aunque inicialmente no patentó en Argentina, luego impuso acuerdos para cobrar regalías por uso de su semilla incluso en reventas.
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Expansión territorial vía desmonte: entre 1996 y 2020, la frontera agrícola se expandió de 14 a más de 23 millones de hectáreas, desplazando monte nativo, comunidades campesinas y pueblos originarios.
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Concentración de la tierra: el modelo favorece a grandes productores y pooles de siembra. Más del 70% de la producción de soja está en manos de menos del 20% de los productores.
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Uso masivo de agroquímicos: Argentina se convirtió en uno de los países con mayor uso de pesticidas por habitante. Solo de glifosato, se aplican más de 200 millones de litros al año.
4. Vínculos políticos y redes de poder
La instalación del modelo sojero fue una política de Estado, sostenida por múltiples gobiernos y articulada con universidades, cámaras empresarias y medios.
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Gobierno de Menem: autorizó sin debate la soja transgénica y firmó tratados que protegieron patentes extranjeras.
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Gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner: aunque ampliaron retenciones y fomentaron cierta redistribución fiscal, sostuvieron y expandieron el modelo sojero como motor de divisas.
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Gobierno de Macri: bajó retenciones, facilitó el negocio de grandes productores y promovió aún más la concentración.
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Lobby empresario: AAPRESID, CREA, ASA, y otros organismos nucleados en el “complejo agroexportador” funcionaron como defensores públicos del modelo.
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Universidades y científicos: Monsanto financió investigaciones, seminarios y convenios con instituciones como la UBA, la UNC y el INTA.
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Medios: Clarín, La Nación y otros multimedios promovieron el discurso del “campo como motor del país”, silenciando denuncias sanitarias, territoriales y ambientales.
5. Consecuencias para el país y la sociedad
El modelo sojero impulsado por Monsanto y consolidado por el Estado argentino reconfiguró el país de modo estructural:
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Dependencia tecnológica y productiva: Argentina no controla ni sus semillas ni sus químicos. Las decisiones clave se toman en el exterior.
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Pérdida de biodiversidad y monocultivo: más del 60% de la superficie agrícola se dedica a soja, desplazando otras producciones y afectando la soberanía alimentaria.
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Salud pública en riesgo: numerosos estudios e investigaciones comunitarias han documentado aumento de cáncer, malformaciones y problemas respiratorios en zonas fumigadas.
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Desplazamiento rural y concentración de tierras: miles de familias campesinas y comunidades indígenas fueron expulsadas por el avance sojero.
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Modelo extractivo-exportador: gran parte de la soja se exporta sin valor agregado, como materia prima para alimentar ganado chino o europeo.
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Fuga de divisas vía multinacionales: las empresas del agronegocio triangulan operaciones y utilizan paraísos fiscales, reduciendo su aporte real a las arcas del Estado.
6. ¿Saben lo que hacen?
Sí. Monsanto diseñó un modelo global basado en la captura legal del ciclo agrícola, y lo aplicó en Argentina con notable éxito. Supo que con una semilla y un herbicida podía capturar territorio, legislación, ciencia y Estado.
Los gobiernos, científicos y empresarios que promovieron este modelo también fueron conscientes de sus efectos colaterales. Las denuncias por enfermedades, desplazamientos y daños ambientales fueron sistemáticamente ignoradas o minimizadas.
El “éxito” del modelo no fue casual: fue planificación corporativa combinada con políticas públicas subordinadas al agronegocio.
7. Conclusión: su rol en la continuidad del modelo de país
Monsanto y el modelo sojero representan la etapa biotecnológica del saqueo estructural argentino. No solo extraen riqueza: imponen una forma de producir, vivir y morir en el campo argentino.
El país fue reconfigurado para alimentar los intereses de multinacionales, grandes exportadores y financistas globales, mientras se enferma la tierra, se fumiga a los pueblos y se pierde la capacidad de decidir qué y cómo se produce.
El modelo sigue activo. Con nuevos nombres (Bayer), con nuevos relatos (sustentabilidad, biocombustibles), con nuevos aliados (gobiernos de distinto signo), pero con la misma lógica: controlar la semilla, vender el veneno, cosechar la renta.
🔁 Contracara: ¿Cómo sería este rol al servicio del desarrollo nacional?
El agro argentino tiene un potencial inmenso para alimentar al mundo, generar divisas y desarrollar ciencia de punta.
Tener tecnología aplicada a la agricultura no es el problema.
El problema es que esa tecnología fue diseñada para el control corporativo de las semillas, la concentración de tierras y la dependencia estructural de insumos extranjeros.
Una Monsanto al servicio del desarrollo nacional —o, en su defecto, un Estado que condicione su accionar— habría implicado:
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Promover una transición hacia una agricultura nacional tecnificada pero soberana, con semillas propias y control público de biotecnología.
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Asegurar que las patentes y regalías no devoren el ingreso del pequeño y mediano productor, ni expulsen a comunidades rurales.
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Investigar con el CONICET y universidades públicas modelos de agricultura sustentable, con diversidad genética y bajo impacto ambiental.
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Reducir la dependencia de agroquímicos como el glifosato, fomentando prácticas agroecológicas adaptadas al suelo argentino.
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Evitar la imposición de contratos abusivos sobre productores, que los convierten en clientes cautivos del paquete tecnológico.
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Reinvertir parte de sus ganancias en infraestructura rural, salud pública y educación agraria.
Con el agro como vector del desarrollo nacional, el país podría haber liderado una revolución verde adaptada al clima, al territorio y a la cultura productiva local.
Pero el modelo Monsanto eligió ser monocultivo, monocódigo genético y monologismo económico.
Eligió rendir cuentas en St. Louis, no en Santiago del Estero.
Eligió convertir la semilla en patente y al productor en rehén.
Y así, el suelo argentino produce cada vez más, pero distribuye cada vez menos.
Porque la semilla dejó de ser vida: pasó a ser código de barras.